Sandro - Las manos
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Qué herAmmosas son las Dmmanos
del humG7ilde labradCor;
que se sAmumen en la tiDmerra,
que trabB7ajan sol a sE7ol.
Qué boAmnitas son las Dmmanos
de una novia B7en el altCar;
y qué tAmristes son las Dmmanos
que van B7en un funerE7al.
Diga ustAmed, si hay más teDmrnura
que se puB7eda imaginCar
que en las mAmanos pequDmeñitas
de los nB7iños al reE7zar.
Todo aquAmel que tenga mDmadre
no podrB7á jamás nCegar
que las mAmanos de una mDmadre
no se puB7eden comparE7ar.
Y aquAmel que no la tDmenga...
que perdB7one mi canciCón,
quiero habAmlar de manos Dmsantas,
las de mB7adres ¡esaE7s son!
Pero hay mAmanos que son gDmarras,
cegB7adas por la ambiciCón,
que ordAmenan ¡a laDm guerra!
y siB7embran desolaciE7ón.
(HABLADO)
Pero hay dos manos que el hombre
hace tiempo ya olvidó,
manos que fueron golpeadas,
humilladas por el odio y el rencor;
manos que hicieron milagros,
manos que dieron amor,
miren bien... quiero que vean...
¡pues son las manos de Dios!