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DCada vez que digo que yo soy creyente, aparece algún valiente que me juzEmga con la voz cobarde del intransigentAe que surge siempre de la censuraD.
Esos que presumen ser inteligentes
F#y van buscando su razón en la inculBmtura porque no entieAnden que la fe me haga más Emfuerte F#Que simplemente es un invento de los Bmcuras, Emque surge nada más, que surge por el miedo hacia la muertAe. Y hay quien se ofende si le doy gracias a DiDos,
y hay quien se ofende si le pido protección. ¿Qué más da quién me comprende, si el creer me hace más fuerte,
y me hace ser mejor personaEm? Si a Dios lo encuentro solamente en el amor, y no en las manos indecentAes, qEmue se justifican si le adoDran.
Ni en las manos de pederastas ni de aquellos que mataran
y juraran en su nombrEme. Dios está en las manos del que ayuda,
del que no pregunta nunca,
y que perdona los erroreDs. Ése es el Dios que me lleEmna, ése es el Dios que iluminDa. EmY si en el mismo día en que me mDuera, compruebo de verdad que no existieEmra, la mGmisma fe que muchos tiraDrían, si me Gmhizo ser feliz toda mi Dvida, ya habría valido la pEmena, ya habría valido la peDna.