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¡Ay!, quEme groso que es el mozo, de algún bar, del restaurante, no le pifia en el pedido, ni le chinga al recordar. Con mAm9emoria de elefante, hace sumas sin chistar, nunca erra en la cuenta, ni por casualidad. Con la baEmndeja tan cargada, jamás se va a tropezar, tiene el don de la elegancia, hasta para resbalar. Nunca Amfalta algún sarpado, que le grita en el bar, o le chifla desde lejos, como si fuera animal.
ESTRIBILLO:
Me pregunto si sabrB7án, lo que es servirle a tanta gEmente, todo mozo se merF#ece, el respeto nacioB7nal. No hay razón para gB7ritar, o exigirle al indEmebido, F# B7 Em -B7-Em si querés mostrar poder, andá a gritarle a tu mujer.
Cualquier moEmzo dignamente, escucha todo reclamo, y como un duque los atiende, sin hacer exclamación. - ¡Que esteAm9 plato que está frío!, - ¡Que le falta más sabor!, - ¡Que no tiene gusto a nada!, - ¡Que le falta más cocción!. Y nunca faEmlta algún tacaño, que no le quiere dejar, la propina suficiente, al pobre mozo de ese bar. Que sale siemAm9pre a dar la cara, ante cualquier situación, lo que haga el cocinero, o lo que mande el patrón.
ESTRIBILLO.