Eduardo Meana - La herida
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C Llevamos una herida que es más que cada herAmida;
F también, más que la suma de todas las heriAmdas.
G C En el fondo del alma, un espejo rajaAmdo;
F mortal malentendido del corazón huAmmanoG:
F Desear lo que no-somos, y no ser lo que sAmomoGs.
F La ebria ambición de casi ser un AmDioGs,
F y nuestra interminable resaca de no seG#rlo...
Bb Pero tú eres Jesús, oh MédFico, has venido. (estásC aquí...)
Bb No vienes por los sanos, vienes por lFos heridos.C G Am G Fmaj7 C
Lo nuestro es una Herida que es nueva y es antigua;
vértigo de soberbia, raíz de nuestra ruina.
Adanes rechazando que su padre los bese.
Evas esclavizadas por sus propios dobleces.
Nos hiere el sinsentido de ese mal que abrazamos.
Un mal puesto en la sien, y luego gatillado.
Vector de libertad vuelto autodestrucción...
Pero tú eres Jesús ¡eres el Compasivo!
No vienes por los sanos, vienes por los heridos.
Sufrimos una Herida en parte autoinfligida;
es honda y misteriosa nuestra desarmonía.
Nuestra santa energía yace debilitada.
Nuestra imagen divina llora desfigurada.
¡Oh posibilidad que se queda en la nada,
pues pudiendo, no quiere, y es automalograda!
El laberinto propio ¿es trágico destino...?
Pero tú eres Jesús ¡Samaritano amigo!
No vienes por los sanos, vienes por los heridos.
Lloramos nuestra herida fuera del paraíso;
no sabemos bien qué es, pero algo hemos perdido.
Herida consentida desde dentro hacia fuera.
Íntimo horror brotado con nombres de vergüenzas:
pecado, fratricidio, una y siete malicias,
cadenas y estructuras de no-amor e injusticia...
¡Catálogo reescrito por cada Adán y Eva!
Pero tú eres Jesús, el Dios de las heridas.
No vienes por los sanos, vienes por los heridos.