Alci Acosta - La c

^EAyer yo visité la cárcel de Sing Sing y en ^E7una de sus celdas sol^Aitarias, un hombre se encontraba arrodi^Ellado al Redentor: pie^Cdad, piedad de mí, mi Gran^B7 Señor. Mas, ^Ecuando me miró, a mí se abalanzó; y ^E7con voz temblorosa y reco^Artada: escucha, triste hermano, esta ho^Errible confesión; a^B7quí, yo condenado a muerte ^Eestoy...

y, aunque ^E7aún estando muerta, yo l^Aa quiero... al verla con su amante, a los ^Edos los maté, por ^B7culpa de ese infame mor^Eiré. Mi^Dnutos nada más me queda^Gn ya para expirar, la ^B7silla lista está, l^Ea cámara también. A ^Fmi pobre viejita, que d^Eesesperada está, en^B7tréguele este recuerdo d^Ee mí.